Ser tú
Dejarte ser.
Dejarte fluir.
Con tus silencios, tus pausas y tus espacios de meditación, esos tiempos en los que te sumerges en el análisis de alguna situación profunda o absurda pero tuya, importante al fin y al cabo, al menos para ti.
Ser tú.
Con tu frescura, la carcajada inesperada, la mirada brillante, expectante e ilusionada, como la de un niño que está por abrir un regalo.
Ser tú.
Con las alas escondidas un rato por el cansancio del vuelo o sacudiéndolas fuertemente lista para volar otra vez.
Dejarte ser.
Vulnerable y frágil, fuerte y resistente, resiliente y humana.
Ser tú.
Con tus pasiones y sueños, únicos porque son tuyos, incomprensibles para otros porque te fueron dados a ti, con esa enorme lista de cualidades y los pequeños puntos negros que todos tenemos que trabajar.
Ser tú.
Con el chiste malo, con la ternura que te produce un niño, la tristeza que te provocan la injusticia o la desigualdad; con la palabra sabia y la opinión contraria, con la bondad que se asoma constantemente y el temperamento fuerte, prudente y astuto que no te permite darle a todos el beneficio de la duda.
Ser tú, con las emociones siempre a flor de piel, con una sensibilidad a prueba de balas.
Ser tú.
Porque simple y sencillamente no hay nada más maravilloso en la vida y al mismo tiempo nada es tan cautivador como las personas genuinas.
•FMS by ©Mi vagón del tren
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